Barcelona, la segunda ciudad más grande de España, ha implementado una ambiciosa estrategia para alcanzar la autosuficiencia energética para el año 2050. Este plan incluye la transición hacia un modelo de energía 100% renovable, con el objetivo de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 40% para 2030 en comparación con los niveles de 2005.

Desde 1999, Barcelona ha adoptado medidas pioneras en el uso de energías renovables, comenzando con la Ordenanza Solar Térmica, que exige que los edificios nuevos y renovados utilicen al menos un 60% de energía solar para sus necesidades de agua caliente. Esta legislación ha sido ampliada para incluir la energía solar fotovoltaica, permitiendo que la ciudad produzca una cantidad significativa de electricidad a partir de fuentes renovables.

El plan de transición energética de Barcelona también contempla la reducción del consumo energético municipal en un 10%, la instalación de 25,000 nuevos puntos de luz LED y el aumento de la generación de electricidad renovable en un 10% en toda la ciudad. Además, se ha creado un operador municipal para gestionar estos cambios y asegurar el suministro básico para todos los ciudadanos.

La ciudad ha implementado redes de calefacción y refrigeración en el distrito 22@Barcelona y en la zona del Fórum, utilizando calor residual de la planta incineradora de Besós y biomasa de parques públicos. Estas redes cubren 24 km y suministran 105 GWh al año.

El compromiso de Barcelona con la energía renovable y la eficiencia energética no solo busca reducir la dependencia de los combustibles fósiles, sino también democratizar el acceso a la energía y garantizar su gestión como un servicio público. Esta visión refleja el deseo de poner las necesidades de los ciudadanos en el centro de la política energética de la ciudad, utilizando los recursos locales para generar energía limpia y sostenible.

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