El jueves pasado, en Bruselas, Michael O’Leary, el CEO de la aerolínea irlandesa Ryanair, se encontró con una sorpresa inesperada en forma de tarta de crema en su rostro. Dos activistas ecologistas decidieron hacer una declaración llamativa frente a la sede de la Comisión Europea, la entidad ejecutiva de la Unión Europea (UE). Mientras el empresario irlandés se preparaba para dar una conferencia de prensa, estas dos mujeres tomaron la iniciativa.

En un acto audaz, las activistas arremetieron contra O’Leary con sus pasteles de crema, al mismo tiempo que gritaban consignas contra la contaminación causada por los aviones. Las cámaras de varios medios capturaron este evento, que rápidamente se convirtió en noticia de primera plana.

O’Leary se encontraba en el lugar como parte de una protesta individual, expresando su descontento frente a las huelgas de los controladores de tráfico aéreo de la UE. Sin embargo, su mensaje quedó eclipsado por el inusual incidente con las tartas de crema.

“¡Bienvenido a Bélgica!”, exclamó una de las activistas mientras embadurnaba el rostro de O’Leary con una tarta. La otra activista también hizo su movimiento, lanzando un segundo pastel hacia el CEO de Ryanair, mientras instaba a detener la contaminación generada por los aviones.

La acción de estas activistas ecologistas puso de relieve la creciente preocupación por la huella ambiental de la industria de la aviación. Las emisiones de gases de efecto invernadero de los aviones son un tema candente en la agenda ambiental, y los activistas están buscando formas llamativas de llamar la atención sobre el impacto negativo que tienen los vuelos en el medio ambiente.

Este incidente no solo atrajo la atención de los medios de comunicación, sino que también generó debate en las redes sociales y entre los defensores de la sostenibilidad. Algunos aplaudieron la valentía de las activistas y su determinación para destacar un problema crítico, mientras que otros cuestionaron la eficacia de tales acciones en la promoción del cambio.

En respuesta al incidente, Ryanair emitió un comunicado en el que condenaba la acción como un acto de violencia y acusaba a las activistas de intentar perturbar una conferencia de prensa legítima. El comunicado también enfatizaba el compromiso de la aerolínea con la sostenibilidad y su inversión en tecnologías más limpias.

Este episodio sirve como un recordatorio de que el debate sobre la sostenibilidad y el medio ambiente continúa siendo un tema candente en la industria de la aviación. A medida que crece la presión pública y las preocupaciones ambientales, es probable que las aerolíneas y los líderes del sector se enfrenten a una mayor escrutinio y a la necesidad de abordar las preocupaciones ambientales de manera más efectiva.

En resumen, Michael O’Leary, el CEO de Ryanair, se convirtió en el centro de atención en Bruselas cuando dos activistas ecologistas le lanzaron tartas de crema en el rostro como una forma llamativa de protesta contra la contaminación causada por los aviones. El incidente resalta la creciente preocupación ambiental en la industria de la aviación y la necesidad de abordar el problema de manera efectiva.